Pablo Giesenow y Los Imparables en Morteros

19/08/2019 Actualidad

El domingo, en su visita a Morteros, un grupo de jóvenes amputados, aglutinados a partir de la figura de Pablo Giesenow nos dejó un gran desafío: entender que no hay límites físicos, son solo mentales

Nacido en Viamonte, un pequeño pueblo de la provincia de Córdoba, Pablo Giesenow perdió parte de sus dos piernas, desde las rodillas hacia abajo, en un accidente automovilístico en 2015 y desde ese día no para de sorprender. Subió al Aconcagua y hoy es el referente de muchas personas que atraviesan situaciones similares y los ayuda a “ponerse de pie”.

En su visita a Morteros, el domingo, donde participó de la maratón 128 Aniversarios de la ciudad, repasó su historia. Contó que viajaba desde Córdoba a Las Heras (Santa Cruz) a sorprender a su papá que cumplía años. Llovía y en la ruta nacional 35, cerca de Santa Rosa (La Pampa), perdió el control del vehículo y chocó contra el guardarraíl. Estuvo media hora atrapado en el auto hasta que llegaron los bomberos y la ambulancia. En ese lapso perdió cuatro litros de sangre, pero nunca el conocimiento.

“A mí nadie tuvo que decirme que perdí las piernas porque yo lo vi en el momento”, dijo con crudeza Giesenow que está agradecido de los bomberos que trabajaron para sacarlo con vida del vehículo.

“Fui un año después a visitar a los bomberos que me sacaron del auto bañado en sangre y sin las dos piernas, me vieron entrar caminando al cuartel un año después y fue un momento increíble”, expresó Pablo dejando claro lo agradecido que está de la vida.

“Desperté en la terapia y vi que la sábana blanca se terminaba a la altura de las rodillas y no tuve tiempo de nada, ni de deprimirme, ni de pensar porqué me tocó esto a mí. Nos habían pasado cosas peores; estaba vivo y eso era importante”, repite Giesenow que antes de este accidente hacia futbol amateur y “eso me salvó la vida”.

“Pierdo casi cuatro litros de sangre en ese auto y de no haber sido por el deporte, lo dicen los médicos, no habría sobrevivido. Después del accidente decidí rápidamente hacer deportes, volver a trabajar rápido y volver a recuperar lo antes posible la vida anterior al accidente”, remarca Giesenow asegurando que “el deporte hoy me va a volver a salvar la vida, me la mejora, me la potencia y hace que pueda caminar mejor”

Su vida dio un vuelco, “para bien“, según Pablo. “Desde aquel 22 de enero de 2015 hasta ahora, vivo intensamente cada momento”, aseguró Pablo mencionado aquellas cosas que vivimos a diario casi sin valorarlas. “Estar acá con ustedes pudiendo disfrutar de la previa de una carreta, de nuevos amigos, de un rico asado en la casa del Intendente, de haber descansando en la Asociación de Básquet y también de desayunar esta mañana con Lucas, un morterense que está pasando por algo similar a lo nuestro, y darle fuerzas y enseñarle y mostrarle que no tiene límites y que va a poder hacer lo que quiera, que es cuestión de tiempo, de fuerza, de voluntad y del apoyo de toda una comunidad que se puede solidarizar con él desde la accesibilidad hasta el respeto, el cariño y todo lo que esté al alcance de Morteros”, dijo Giesenow.

Y este es el nuevo rol que asumió casi naturalmente, apoyar y ayudar a familias y personas que atraviesan situaciones similares. A través de Instagram y Facebook Pablo toma contacto con ellos y los ayuda a seguir adelante.

“Las redes sociales me permiten ampliar el radio de acción que tenemos cada uno y eso hace que cuando alguien pasa por situaciones similares se ponga en contacto conmigo o con cualquiera de nosotros y nos da la posibilidad de ir a verlo, visitarlo, mostrarle esto que somos. Entrar a veces a un hospital de pantalones cortos y viniendo de entrenar, le cambia las perspectivas al paciente que está recién amputado y no sabe qué le queda por delante”, aseguró Giesenow que orgulloso admite también que “eso nos hace bien a

nosotros porque vemos que él y su familia cambian el semblante de su cara, y nos hace muy bien, pero sobre todo a ellos”

“Es una forma de devolver esto que alguna vez alguien hizo por nosotros y nos hace sentir cada vez más fuertes e imparables como se llama el grupo”, destacó.

 

El testimonio de Los Imparables

“Hace cinco meses que tuve el accidente y está será mi primera maratón”, contó en conferencia Ezequiel Cabrera movilizándonos particularmente. “Voy a correr y vengo de Salliqueló e hice este viaje un poco para conocer a Pablo porque él se conectó conmigo por las redes sociales”, explicó Ezequiel.

“Lo veía seguirme en Instagram y decía porque me tiene que seguir un amputado, yo estaba enojado y molesto y después lo empecé a seguir y me empecé a motivar, me sumó al grupo y acá estoy con Pablo que para mí es un fenómeno y un ejemplo de vida”, aseguró Ezequiel que junto a los Imparables nos enseñaron el verdadero valor de la vida

Desde Córdoba se sumó Gabriel Gil para quien el mejor colectivo es el deporte. “El deporte hace que permanentemente estemos superándonos”, sostuvo Gabriel que participó en la Selección Argentina de Futbol Amputados

Desde Ucacha, Franco Pedraza contó que “conocí a Pablo en la escalera del Parque Sarmiento. Subimos juntos esa escalera y empezamos a entrenar, a correr en bicicleta y a jugamos al tenis”, explica con orgullo.

“Como soy de Ucacha y estoy a 30 km de Rio Cuarto, la idea es llevar el futbol amputado a Rio Cuarto”, manifestó Franco siempre con la idea de ayudar y tender puentes.

 

La falta de empatía en el día a día

Al reto diario que “los Imparables” enfrentan cada día, se suman las dificultades en cuanto a la infraestructura, ciudades que aún tienen pendiente la accesibilidad para personas con dificultad en la movilidad y “la falta de empatía”.

“Las dificultades más grandes que encontramos en una ciudad como Córdoba es la infraestructura”, contó Pablo narrando que en el edificio donde vive, desde la entrada hasta el ascensor hay cuatro escalones. “Salgo de mi edificio que está en una esquina y las dos rampas están generalmente tapadas por autos que muchas veces son de mis propios vecinos. Si intentaba tomarme un taxi en la silla de ruedas, los taxistas me esquivaban porque evitaban levantar gente en silla de ruedas por temor a tener que bajarte y ayudarte”, dijo Giesenow agregando que “los colectivos no están preparados para ninguna discapacidad, llego al edificio donde tengo mi estudio jurídico donde trabajo hace más de 15 años y los siete meses que estuve en silla de ruedas tenía que entrar por la rampa de los autos y de ahí me iba al Tribunal de Cuentas provincial que mi oficina estaba en un primer piso por escalera”

“Eso es Córdoba, las veredas están en mal estado, todas los negocios tienen algún escalón y creo que los cambios se van dando pero es muy lento. El respeto de la gente existe salvo el caso del que te tapa una rampa, pero en general encontramos solidaridad”, manifestó Giesenow que dejó a Morteros a flor de piel sensibilizado y dispuesto a asumir el desafío de hacer viva la palabra inclusión.



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