Una Venezuela sin voz ni voto... Basta Ya
Por Indy Keithy Gittens Rincón, venezolana que vive en Morteros
La mayoría de los venezolanos, en nuestra patria y en cada uno de los países que nos han recibido y se han convertido en nuestro segundo hogar, nos sentimos impotentes, agotados, estafados, defraudados, ansiosos, desesperanzados y pare usted de contar todo lo que implica vivir esta montaña rusa de emociones que nos embarga a diario.
El 28 de julio era el día en el que teníamos la fe y la esperanza de que no nos robarían, una vez más, el anhelo de querer un país mejor para todos los que allí se quedaron y para muchos de los que con ilusión esperaban volver a casa.
Pero no, la voluntad de más de 7 millones de venezolanos que pudieron ejercer su derecho al voto y que dijeron (según se evidencia en las actas electorales) querer un país y un modelo de gobierno distinto, sumados a los 8 millones que nos encontramos fuera; hoy sentimos que se ha irrespetado y violentado por completo y, en el caso de la diáspora, además no se nos ha permitido ejercer nuestro derecho al voto.
Pedimos que cesen la violencia física, verbal y psicológica a la que está siendo sometida nuestra gente dentro del país. Exigimos que se respeten y reconozcan los resultados electorales, las pruebas están allí y son irrefutables: Edmundo Gonzáles Urrutia fue el presidente electo por los venezolanos.
Rogamos por la seguridad e integridad de todos y cada uno de los detenidos, heridos, secuestrados y desaparecidos injustamente. Lo único que han hecho es pedir respeto al voto y querer vivir en una Nación en la que se les garanticen sus derechos humanos y constitucionales.
Oramos por las personas que lamentablemente han muerto en esta última semana. También por aquellos que a lo largo de estos 25 años en los que el pensar distinto les ha costado su vida y la de sus familias, destruidas por las muertes y torturas de venezolanos que sólo buscaban un país mejor.
Hoy quienes estamos fuera de Venezuela, muchos por decisión propia, otros porque no han tenido opción, tenemos la responsabilidad de visibilizar las injusticias y atropellos a los que están siendo sometidos nuestros hermanos, la mayoría coincidimos en que es nuestro deber ser la voz de los que hoy están siendo perseguidos y silenciados por un grupo de personas que se niegan a reconocer que la mayoría de los venezolanos quiere vivir en democracia.
Todos queremos paz, armonía, salud, servicios, seguridad y lo básico que cualquier gobierno debería garantizar a sus ciudadanos, y que nunca más ningún venezolano tenga que depender de una limosna gubernamental.
Nos duele ver como nuestros abuelos están padeciendo el hambre y la falta de medicamentos; ellos que lo dieron todo por nosotros y por nuestro país, hoy tristemente están muriendo en soledad y en muchos de los casos sin conocer y ver crecer a sus hijos y nietos. Si me hubiesen contado esto de niña, jamás lo hubiese imaginado.
Ver en las concentraciones a los niños gritar, llorar, con una consciencia ciudadana tan responsable y tan injusta a la vez, también duele y mucho, porque ellos sólo deberían ser niños que juegan, estudian y crecen rodeados de sus padres, hermanos, primos, tíos y abuelos. Creo que a ellos, al igual que a nuestros abuelitos, les ha tocado vivir lo peor de esta Venezuela que la mayoría desconoce.
Y ni hablar de los jóvenes que han emigrado, los que están manifestándose en las calles y todos los inocentes que han sido asesinados sin poder ver esa tierra que han conocido a través de lo que sus padres y familiares les han contado.
A pesar del miedo, la tristeza, la impotencia y la frustración que hoy sentimos, los venezolanos somos gente de bien y de mucha fe, por eso seguimos esperanzados en que en algún momento se reconozca y respete la voluntad de la mayoría, que hoy está harta de que le sigan robando su voto. Queremos recuperar nuestros derechos y poder reconstruir esa Venezuela que nos ha dado tantas oportunidades a propios y extraños.
La verdad es que no me alcanzan las palabras para expresar todo lo que implica, hoy, ser venezolano dentro y fuera del país, por eso quiero cerrar estás líneas agradeciendo este espacio que me permitió presentarles un poquito de nuestra cruda realidad, no sin antes pedirles que sigan teniendo a Venezuela y a los venezolanos en sus pensamientos y oraciones.
Con la ayuda de Dios, de la presión interna e internacional creemos que podremos lograr recuperar a nuestra amada Venezuela. Gracias a todos por sus mensajes y oraciones…